Una serie de jugadores de fútbol denunciaron abusos por parte de Ignacio Montano, cuando era kinesiólogo de los equipos femeninos del club Palestino.
Algunos de los hechos descritos en un reportaje publicado por Ciper ocurrieron cuando las víctimas eran menores de edad.
Según el medio, Montano llegó al club en 2018, cuando tenía 24 años, seleccionado por el jefe de la rama de mujeres de la época, Claudio Quintiliani. “Necesitábamos un kinesiólogo recién salido de la universidad, porque no teníamos con qué pagar”, recuerda.
Ese mismo año atendió a Paz Espinosa, jugadora de la sub-17 y con un par de temporadas en el club. La relación médico paciente pronto tomó otro cariz debido a los mensajes por WhatsApp que comenzó a mandar Montano. El kinesiólogo empezó a hablarle por las noches y en una oportunidad le envió una fotografía en que la se veía su calzoncillo y su pene. Además, a comienzos de 2019, la invitó para que fuera a su casa. Paz se negó, pero ante la insistencia le preguntó para qué: “Para culear contigo”, respondió el kinesiólogo, recuerda la víctima.
Paz Espinosa se retiró de Palestino a fines de 2019. Tenía 17 años. “Me fui por Ignacio Montano”, dijo a Ciper.
En octubre de 2018, Carla Pérez, de la sub 17 del Boston College, entró en contacto con Montano. Su equipo jugaba contra Palestino y no contaba con un kinesiólogo. Tenía una lesión en el tobillo. El día del partido no aceptó que la revisara para posteriormente lo llamó porque la dolencia continuaba. Sus amigas le dieron el número de Montano.
Pérez recuerda que le pidió que fuera con “ropa pequeña”. Primero la tendió en la sede de Palestino, pero, en las sesiones posteriores, la citó en su “clínica” privada. “Nunca hubo una clínica, no había ni camilla. Me atendió en la cama de su mamá”, cuenta la jugadora.
Montano comenzó a enviarle mensajes por WhatsApp. Pérez guardó algunos en pantallazos. “Cosita más linda, pololea conmigo, te amo”, dice uno de ellos. Ya en 2020, en plena pandemia, le envió comida hasta su casa en tres oportundiades. Pérez denuncia que Montano, además, le envió videos y fotos de su pene con textos como “mira como estoy por ti”.
Otras dos jugadoras describen situaciones similares con Montano. Una de ellas, que en 2019 tenía 16 años, cuenta que tenía una lesión en la zona inguinal y que Montano le explicó que, si no mejoraba, le iba a tener que introducir los dedos en la vagina y “descontracturar por dentro, porque desde ahí comienza la lesión”. Una experta citada por Ciper explica que ese tratamiento existe, pero que para “diagnósticos muy específicos de naturaleza ginecológica-obstétrica u oncológica y no corresponden a mujeres jóvenes, deportistas y sanas”.
Otra jugadora, que en enero de 2109 tenía 19 años y jugaba por Unión Española, cuenta que Montano le ofreció por redes sociales sus servicios, justo cuando sufría una tendinitis en la rodilla. Aceptó porque era el kinesiólogo de Palestino, “un club respetado”.
Montano le pidió su número de celular para coordinar las sesiones que serían en su departamento. Antes de la primera reunión, él le habló por WhatsApp y le pidió fotos en ropa interior para evaluar postura, cadera y abdomen. Sofía cuenta que le envió fotos. “¿Puedes buscar ropa más chica para ver mejor los huesos de la cadera?”, fue la respuesta de Montano.
Tras una primera sesión a la que acudió con su mamá y en la que todo transcurrió normalmente, la jugadora recuerda que en la segunda cita “me tocó mis partes íntimas varias veces y justificaba que era propio del tratamiento”.
Otras denuncias incluyen “tocaciones en partes íntimas” y instrucciones para realizar ejercicios mientras las mujeres estaban desnudas.
Según Ciper, cuando Claudio Quintiliani, entonces jefe de la rama femenina de Palestino, supo de las denuncias, llamó a Ignacio Montano para encararlo y despedirlo.
Hasta agosto pasado las víctima de Montano se reunieron en un grupo al que denominaron Funa. Tenía 18 integrantes, 16 de ellas alegaban haber sufrido abusos por parte del Kinesiólogo. La Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (Anjuff) se contactó con ellas cuando vieron las denuncias en redes sociales para brindarles apoyo psicológico y jurídico. El Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (Sernameg) también les ofreció ayuda y con la Anjuff realizaron una denuncia al Ministerio Público.