Guissel Carrasco se integró a la sub17 de Unión Española en 2019. Pero su sueño de ser futbolista se hizo pedazos. No quiso seguir jugando y cayó en una depresión que desembocó en un intento de suicidio. Los mensajes grabados en su teléfono indican que fue acosada por Branko Zitkovich, entonces coordinador del Fútbol Formativo del club. Esos pantallazos fueron prueba suficiente para que el gerente de Unión Española lo despidiera de inmediato. Pero los padres de la adolescente dicen que no fueron alertados por el club, por lo que la falta de contención oportuna habría agravado su estado emocional.
Unión Española cerró su rama femenina en 2015 por problemas económicos, pero tres años después se vio obligada a rearmarla debido a una nueva regla de la Conmebol: todos los clubes que quisieran jugar un torneo internacional tenían que tener el equipo de mujeres activo. La Unión, entonces, suscribió un convenio con la Corporación de Deportes de Cerro Navia que le entregó un espacio donde entrenar, camarines y una parte del cuerpo técnico, mientras que el club puso el nombre, la vestimenta, materiales para los entrenamientos y el resto del cuerpo técnico.
Branko Zitkovich, de 29 años, recién había terminado de estudiar Administración de Empresas en el Duoc UC cuando entró a Unión Española en noviembre de 2018. Lo hizo como Coordinador del Fútbol Formativo y en 2019 incluyó en sus funciones la rama femenina en las categorías sub 17 y adulta. Este fue su primer trabajo relacionado con el deporte, anteriormente había sido cajero en un banco y tuvo un cargo de administración en una empresa de servicio al cliente.
El 5 de enero de 2019 se realizaron pruebas masivas para el equipo femenino. Entre las decenas de mujeres que asistieron estaba Guissel Carrasco. Participó de los entrenamientos durante todo el verano para lograr el primer paso hacia su sueño: llegar a la selección chilena. El 22 de enero, el día que cumplió 17 años, le informaron que había pasado la primera prueba y a fines de febrero fue formalmente admitida en la categoría sub 17 del club.
Su mamá, Marilyn Pizarro, cuenta que toda la familia viajó a Quillota para apoyarla en su primer partido oficial. “La alegría de mi hija antes y después de cada entrenamiento era mucha”, dice.
El domingo 25 de marzo, tras un partido, Guissel Carrasco volvió muy cansada a su casa. Tenía dolor de cabeza y se olvidó, en la cancha, de avisar al cuerpo técnico que ese día no asistiría al estadio a apoyar a sus pares hombres, como acostumbraban. Le escribió a su director técnico, Cristóbal López para excusarse.
Guissel logró recuperar algunos pantallazos de su celular y en ellos se lee que a las 00:45 de la madrugada, ya era el lunes 26, recibió un mensaje de Whatsapp: “Hola. Cómo está??”. El número no estaba registrado, pero ella se dio cuenta que era Branko Zitkovich, coordinador del club. Hasta ese día solamente habían compartido mensajes por un grupo que tenía el equipo con su cuerpo técnico. Guissel Carrasco pensó que Zitkovich le escribía por su inasistencia al partido de hombres y sintió que debía justificarse: le respondió que luego del entrenamiento no se sintió bien, que tuvo que ir al médico donde la pincharon y que ahora estaba mejor.
La jugadora creyó que la conversación llegaría hasta ahí, pero continuó hasta las 2:41. Branko Zitkovich le preguntó en que curso estaba, el liceo en que estudiaba, la comuna donde vivía y cómo se componía su familia. “Creí que a todas mis compañeras les hacía las mismas preguntas y por eso se las respondí. Como él era el encargado de esas cosas, pensé que era rutinario”, explica. Pero cuenta que empezó a sentir extrañeza cuando Zitkovich preguntó sobre sus gustos, pasatiempos y cosas más íntimas. “Pensaba que si no le respondía, él podía sacarme del equipo. Por eso le respondí las preguntas”, afirma.
Además, recuerda que él le insistía en que debía responderle porque necesitaba saber de ella. Branko Zitkovich se despidió esa madrugada y le dijo: “Sueña con una locura. Si la sueñas me la cuentas”. Guissel ya estaba dormida.
El lunes 26 de marzo Guissel Carrasco entraba temprano al liceo y a las 7:57 recibió un nuevo mensaje, un saludo de Branko Zitkovich. Ella le respondió horas después. El cuestionario continuó: le preguntó si estaba pololeando. “Me dio la sensación que él buscaba algo más. Me asusté mucho”, relata.
La joven cuenta que sin que ella hubiese preguntado, Branko Zitkovich le contó de su vida privada y sus fracasos amorosos. Le insistió con que a él le gustaba la locura y le preguntó a ella si le entretenía ser loca en otros sentidos. “Sus preguntas me hacían sentir súper incómoda y yo no tenía ganas de seguir hablando”, aclara Guissel Carrasco. “Por miedo a perder mi puesto en Unión Española, le seguí respondiendo”.
La rama femenina entrenaba tres veces a la semana en Cerro Navia. Cynthia Marambio, arquera del equipo adulto, comenta que nunca había visto un coordinador que visitara tanto los entrenamientos. “De los tres días, Branko iba a uno por lo menos”, detalla. Su compañera Nicole Tobar concuerda: “Pasaba muy metido en los entrenamientos y entre las jugadoras nos preguntábamos por qué”.
Un martes, a principios de abril, Guissel Carrasco estaba en el recinto deportivo de Cerro Navia y se cruzó con Branko Zitkovich. Ella cuenta que se saludaron amablemente y que siguió su camino hacia la cancha. Ese misma tarde él insistió con los mensajes. Según recuerda la joven, Branko Zitkovich le escribió: “¿Te gustaría escaparte conmigo?”. Luego le detalló que le gustaban las mujeres menores y que a ella la encontraba hermosa. “Me dio terror. Cambió totalmente el tono”, comenta.
Los mensajes eran constantes. Los pantallazos muestran que a las 18:07 Branko Zitkovich no tuvo respuesta e insistió a las 19:03:
-Cómo va el estudio??
Tampoco fue respondido. A las 23:03 sonó el teléfono nuevamente:
– Hola. Cómo estás. Cómo estuvo tu día?- escribió Zitkovich.
Guissel le respondió y la conversación continuó.
-Yo igual soy muy de piel. Doy mucho cariño. Me excedo jajaja- comentó Branko Zitkovich a la 1:52 de la madrugada.
-Yo también… soy muy mamona no sólo con mi familia si no con mi chico y mis amigos- respondió Guissel.
-¿Qué es lo que más te prende?- preguntó Branko Zitkovich.
– ¿A qué te refieres?- respondió la futbolista.
– Lo que más te activa- dijo él.
En ese minuto, a las 2:01 Branko Zitkovich la llamó por videollamada pero ella le cortó.
Un jueves, a mediados de abril, día de entrenamiento, Guissel Carrasco se acercó a dos compañeras del equipo, entre ellas Anaís Novoa, para preguntarle si Branko Zitkovich les había hablado alguna vez en privado por WhatsApp. Ambas dijeron que no. Entonces siguió conversando con Anaís Novoa, porque le tenía más confianza. Le contó lo que le estaba pasando con Branko Zitkovich. La compañera le aconsejó que le dijera a alguien del cuerpo técnico.
Antes del entrenamiento, Guissel Carrasco quiso ir al baño y una compañera le pidió que le llenara su botella con agua. Al salir del baño la jugadora se encontró con Branko Zitkovich de frente. “Me asusté”, dice, y explica que bajó la mirada de inmediato, pasó por el lado y siguió su camino. “Pero Branko me siguió, me agarró el brazo, me giré y quedé mirándolo. Me preguntó cómo estaba y le respondí”, relata. Decidió continuar su camino, pero “Branko me tomó por la espalda, se me acercó al oído y me preguntó: ¿Quieres hacer cosas locas conmigo?”. Ella dice que quedó paralizada. Cuenta que se le resbaló la botella con agua y que comenzó a llorar. En ese momento personas que se encontraban alrededor comenzaron a mirar, Branko Zitkovich la soltó y para no llamar la atención, le dijo: “tranquila, todo va a pasar”. Guissel cuenta que agarró la botella y corrió a la cancha.
Nadie se dio cuenta de lo que había ocurrido. Guissel Carrasco dice que se secó las lágrimas para evitar preguntas. “No pude entrenar bien. Tenía mucho miedo, Branko estaba mirando a todas las niñas”, explica. En medio de la práctica se alejó de sus compañeras. Anaís Novoa se acercó y le preguntó qué le pasaba. No logró ocultarlo. Le contó lo que había sucedido.
Anaís Novoa la impulsó para que le contara a alguien del equipo técnico. “Siempre pensé que Branko tenía más poder que yo y me daba mucho temor que no me creyeran”, explica Guissel Carrasco. Pero la futbolista decidió hablar. Se acercó a Ignacio Cancino, preparador físico y le mostró los mensajes que le había mandado Branko Zitkovich. Cancino le dijo que hablara con Liliana Díaz, la paramédica del equipo. “Como ella era mujer, me podía entender mejor”, fue el argumento que le dio el preparador físico, recuerda la joven.
Según Guissel Carrasco, contarle a Liliana Díaz fue una muy mala decisión. La jugadora recuerda que la paramédica le dijo que no le contara a su mamá ni a sus compañeras porque ella lo iba a solucionar. Liliana Díaz hizo que Guissel le tomara fotos a las conversaciones con Branko Zitkovich y que se las enviara a su celular. “Después me dijo que borre las fotos, también las conversaciones con Branko y que bloquee su número. Confié y le hice caso”, cuenta.
Liliana Díaz niega haberle dicho a Guissel Carrasco que eliminara los registros. Luego cuenta que se dirigió a Elian Rosales, jefe técnico de la rama femenina y director técnico de la categoría adulta, y que mientras le mostraba las fotos le dijo: “Hay un problema muy serio y necesito resolverlo ahora. Branko se mandó este condoro”. Elian Rosales recuerda que le pidió que le enviara las pruebas, porque a la mañana siguiente iba al club. “Recibí la información en la noche y a la mañana ya estaba reunido con el gerente”, detalla Elian Rosales.
Ese jueves la jugadora terminó la práctica entre las 20:00 y 20:30. Recuerda que salió entre las primeras futbolistas que abandonaron el recinto. Su padre solía estar esperándola, pero esa noche se demoró. Al salir, se encontró con Branko Zitkovich. Ella cuenta que él la tomó fuerte del brazo y le dijo: “No seas sapa. Sé todo de ti, dónde estudias y dónde vives. Te voy a ir a buscar por lo que me estás haciendo”. Guissel dice que se puso a llorar, que estaba asustada y que le pidió reiteradamente que la soltara. Relata que él dijo que la dejaría ir solo si ella le aseguraba que no diría nada más. En ese momento, cuenta, otras jugadoras comenzaron a salir del estadio y Zitkovich se fue.
Guissel Carrasco recuerda que estaba muy asustada. Le habían recomendado no decirle a nadie y la angustia, dice, se acumulaba. Esa noche recibió el último mensaje de Zitkovich. Como lo había bloqueado, él le insistió por mensajes de texto. La conversación quedó archivada en un pantallazo.
-Oye no te enojes, solo quise ser buena onda, que estés bien un abrazo nos estamos viendo- escribió Zitkovich a las 23:40.
– Por favor déjame tranquila… yo sólo quiero cumplir mis sueños no te interpongas en ellos- le respondió.
Guissel Carrasco cuenta que lloró toda la noche.
La denuncia contra el coordinador avanzó en Unión Española. Elian Rosales le mostró las pruebas a Luis Baquedano, gerente general del club. Branko Zitkovich fue despedido de inmediato.
Después de contarlo en el club, durante una semana Guissel se guardó el acoso ante su familia. Pero, como inventaba excusas para no ir a los entrebamientos y no salía de su habitación, su mamá empezó a sospechar. El 30 de abril la familia estaba sentada en la mesa. Marilyn Pizarro decidió conversar con su hija y le comentó que era raro que no quisiera ir a entrenar, que la notaba diferente. Le dijo: “No me digas que pasó algo con algún profe”. La cara colorada de Guissel Carrasco la delató. Decidió contar todo.
“Tuvieron a mi hija una semana aguantando todo sola, porque en el club le recomendaron que no me dijera nada”, reclama Marilyn Pizarro. El jueves 2 de mayo fue al estadio de Cerro Navia a encarar al director Elian Rosales. Entró sin permiso a la práctica, cruzó la cancha y lo enfrentó: “Sentí que me estaban esperando”, cuenta Marilyn Pizarro. Ella piensa que él tenía preparadas las respuestas: “El club lamenta lo ocurrido y no te preocupes, Branko fue despedido”, recuerda que fueron las palabras de Rosales.
Para la madre, el despido no era la solución para su hija, porque estaba sufriendo y su estado emocional se agravó con la semana en que enfrentó sola lo vivido.
Marilyn Pizarro recuerda que Elian Rosales le pidió que no le contara a nadie, porque no querían que las jugadoras se enteraran y deseaban mantener la situación bajo perfil. El DT Cristóbal López, que por esos mismos días fue cesado en su cargo por rendimiento, concuerda en que el club “no quería que saliera a la luz pública”.
Pero Marilyn Pizarro estimó que era relevante advertir a los apoderados y esa noche les escribió al grupo de WhatsApp que también integran los miembros del cuerpo técnico del equipo.
Luego de recibir la denuncia y desvincular a Zitkovich, la gerencia de Unión Española informó a Felipe Rivera, encargado del área social del club. Rivera revisó los mensajes de WhatsApp que, según relata, “no correspondían al horario laboral y el contenido no se vinculaba a una relación entre coordinador y jugadora”.
Felipe Rivera y un psicólogo externo reunieron los antecedentes y conversaron con Guissel Carrasco y su madre. Además, presentaron una denuncia al área de protección del Servicio Nacional del Menores (Sename) de la comuna donde reside la joven. “Nosotros no podemos entrar en profundidad, ni somos expertos. Lo que la ley dice es que recurramos a estas áreas proteccionales de la comuna y derivar el caso a ellos”, explica Felipe Rivera.
El funcionario de Unión Española dice que se contactó con la familia para explicarles que buscarían la mejor alternativa para derivar el caso de su hija y que le ofrecieron apoyo psicológico, pero que les informaron que Guissel ya estaba en terapia. Según Felipe Rivera, luego de informar al Sename de la comuna, él hizo seguimiento y Guissel Carrasco nunca asistió a las reuniones programadas. Marilyn Pizarro explica que jamás se enteró que el club se había comunicado con el Sename y que ellas no fueron contactadas por ese servicio.
Jugadoras de la sub 17 de Unión Española cuentan que el club citó a sus apoderados a una reunión y luego las convocaron a ellas para explicar el despido de su coordinador. Belén Politis, jugadora de esa categoría, cuenta que les explicaron que el coordinador fue despedido y que la compañera afectada no volvería. “También nos pidieron que no divulguemos el tema”, comenta.
La categoría adulta también tuvo una reunión, debido a que Branko Zitkovich era su coordinador. La capitana Andrea Cerda comenta que el club no tuvo buen manejo en general, por falta de experiencia, empatía y recursos.
La familia Carrasco Pizarro se contactó con el abogado Fernando Álvarez para analizar las opciones legales que tenían. El abogado se reunió dos veces con Luis Baquedano, gerente de Unión Española. El club entregó los papeles que pidió el abogado para una posible acción legal, la que nunca ocurrió porque “la expectativa de justicia de Guissel no podía cumplirse con las pruebas que teníamos”, explica Álvarez.
Luis Baquedano confirma las dos reuniones con el abogado y dice que hicieron todo lo que pudieron haber hecho como club. “Leí las conversaciones y despedí a Branko de inmediato”, afirma. Agrega que “Guissel no debió seguirle el juego a Branko y debió haber denunciado antes”. Al consultarle por las versiones que indican que hubo peticiones para mantener en reserva lo ocurrido, Luis Baquedano dice que el club nunca tuvo esa intención y aclara que desconocía que funcionarios de la institución hubiesen solicitado eso a Guissel Carrasco y su familia.
Marilyn Pizarro dice que Branko Zitkovich frustró el sueño a su hija de jugar profesionalmente y aclara que las consecuencias las vive hasta hoy.
Una mañana de mediados de 2019, el padre de Guissel Carrasco la dejó en la puerta del liceo y siguió a su trabajo. Minutos después, profesores de la joven se comunicaron con Marilyn Pizarro para preguntarle por qué su hija no había asistido. Recién al mediodía, recuerda la madre, recibió una llamada de un número desconocido. Era una señora que dijo haber encontrado a Guissel Carrasco perdida. “Estaba en una avenida lejos de su liceo”, cuenta Marilyn Pizarro. Sin saber lo que hacía, Guissel Carrasco había caminado y no se acordaba de nada.
La adolescente iba a terapia de psicólogo y psiquiatra. Ambos coincidieron en el diagnóstico: depresión. “Tenía mucho miedo de cruzarme a Branko en alguna parte. Lo que sufrí fue muy fuerte para mí. No quería vivir más. Me quise suicidar dos veces”, cuenta Guissel. Su madre se estremece al recordar el día que escuchó llorar a su hija en su pieza con la puerta cerrada: “Decidí entrar y la encontré con los brazos cortados, llenos de sangre”.
Marilyn Pizarro debió renunciar a su trabajo como vendedora de ropa para acompañar a Guissel durante el día. A veces, cuenta, no podía dormir por la preocupación de que pasara algo con su hija en la noche.
Desde pequeña, Guissel fue fanática del fútbol. Siempre quiso ser parte de un club para llegar a la selección. Tras el acoso que sufrió, Guissel Carrasco no podía ver un balón. “Ese fue uno de los mayores daños, abandonó totalmente su interés por lo que más quería”, dice su mamá. Pasaron meses de terapia para que su hija pudiera ver una pelota nuevamente. Pero la joven es enfática y aclara que no quiere jugar fútbol profesionalmente.
Branko Zitkovich fue contactado para este reportaje, pero no quiso participar.
Fuente: Ciper chile